Relatos

En esta página iré colgando todos mis relatos.
Espero que os gusten! ;)


Una suave brisa hacía que mi largo cabello recogido en una coleta se moviera formando grandes ondas. No hacía frío. No hacía calor. Aquel, era sin duda un tiempo perfecto para correr.
¿Quién me iba a decir que algo que empezó cómo una simple distracción acabaría convirtiéndose en mi obsesión?
Cerré los ojos y sonreí, sin duda, él había tenido mucho que ver en mi obsesión con correr.
Flashback
''Estaba estirando, en un banco cercano a la pista en la cual solía correr cuando sentí una presencia a mi lado. Giré la cabeza rápidamente y me topé con unos preciosos ojos verdes que me contemplaban. Me miró tímidamente y esbozó una leve sonrisa.
-¿Te importa que estire aquí?-me preguntó-Los demás bancos están ocupados.
-Mmm...No, claro que no..Es decir,¡Sí! Digo... ¡No!-empecé a enredarme con las palabras mientras mis mejillas se teñían débilmente de rojo.- Bueno, ya me entiendes, que puedes estirar aquí.- dije finalmente mientras soltaba un suspiro de alivio.
Él soltó una pequeña carcajada y apoyó el pie en la parte baja del banco, estirando los gemelos. Entonces, me di cuenta de que lo estaba mirando fijamente y aparté la mirada rápidamente, volviéndome a centrar en mis estiramientos. ''
Fin del flashback
¿Quién iba a decirme que aquel encuentro con el tiempo formaría una hermosa y fuerte amistad? Continué andando hacía el parquecito en el cual, solíamos quedar todos los martes y jueves para salir a correr juntos. Seguía manteniendo esa sonrisa tonta en la cara, siempre que iba a estar con él la ponía, no podía evitarlo.
Al fin lo vi, el acababa de cruzar la puerta del parque, grité su nombre para llamar su atención. Este se giró, arrugando la frente de esa forma tan sexy que solo él sabía hacer. Entonces me miró y me dedicó una radiante sonrisa, mientras se paraba en seco y se sentaba en el bordillo que tenía justo al lado. Le devolví la sonrisa y me pegué un pequeño esprin hasta conseguir llegar a su lado. Él se levantó de un salto y me saludó como normalmente hacía.
-¿Qué hay enana?- dijo mientras me sacudía el pelo con cariño.
Le di un puñetazo en el hombro suavemente.- ¡Y dale con llamarme enana! Y yo me pregunto... Si no soy bajita, ¿porqué me llamas enana?- protesté cruzándome de brazos.
Él sonrió adorablemente y se colocó frente a mí mientras con sus suaves dedos apartaba delicadamente un mechón de pelo de mi cara.
-Porque, aunque no seas bajita, sigues siendo más enana que yo.- dijo mientras me sacaba la lengua.
Alcé una ceja y le di una colleja. - Idiota.- bufé.
Él soltó una pequeña carcajada y se dirigió hacia la pista. Tardé unos instantes en seguirlo para hacerme de rogar, pero, simplemente la idea de estar lejos de él me horrorizaba, por lo que no tardé demasiado en situarme a su lado. Este giró la cabeza y me dedicó otra de sus fantásticas sonrisas. Me sonrojé y miré al suelo como si hubiera algo que admirar en un asqueroso chicle que había pegado en la pista. ¿Porqué tenía que ser tan jodidamente perfecto?
Empezamos a correr, al principio entre bromas y estupideces que soltábamos, pero con el tiempo, nos pusimos serios y nos pusimos a correr a la par, sin hablar y concentrando toda nuestra atención en lo que estábamos haciendo.

Me dirigí a la fuente a beber algo de agua. Estaba sedienta... ¡Qué narices1 ¡Sedienta es poco! ¡Me bebería el océano Atlántico entero! Me agaché y empecé a beber de la fuente. Una vez terminé, me sequé con la chaqueta las gotitas de agua que rondaban por mi boca. Sonreí, satisfecha y me dirigí a la sombra debajo de aquel árbol, en la que había dejado a Jack. Me sentía orgullosa, ya que hoy al fin, había conseguido superar mi récord de 45 minutos que consiguieron convertirse en 50. Aunque, lo mejor de todo fue cuando él me felicitó y me abrazó por haberlo logrado. Solo el recordar el suave cosquilleo de su pelo rozando mi mejilla hacía que mi corazón latiera con más rapidez.
Lo contemplé de lejos, estaba tumbado en el césped y sostenía algo en las manos, se reía. Conforme me acercaba pude ver de que se trataba. ¡Mi móvil! Corrí lo más rápido que pude hasta llegar junto a él.
Le dirigí una mirada asesina.-Devuélveme el móvil.- dije en tono cortante.
Él escondió el móvil detrás de su espalda y alzó la mirada, como si aquel asunto no fuera con él.
-¿El móvil? ¿Qué móvil?- dijo haciéndose el tonto.
Me tiré al suelo junto a él y me puse a sus espaldas intentando recuperar mi teléfono. Este se dio cuenta de mis intenciones y cambió de posición rápidamente observando la pantalla.
-Veamos... Mmm... Paula tiene pinta de ser muy buena amiga tuya.- dijo juguetonamente mientras marcaba teclas en el teléfono.
Abrí los ojos como platos y me abalancé sobre él.
-¡NO! ¡Ni se te ocurra!- grité alarmada mientras movía los brazos como loca intentando recuperar mi móvil.
Rocé mi dedo sin querer, suavemente sobre su piel, provocando una fuerte carcajada en él.
-¡Ajá! Con que tienes cosquillas, ¿eee?- dije en tono malvado mientras le atacaba a traición.
-¡No! ¡No tengo cosquillas!- protestó él entre risas- ¡Para! ¡Enserio!- soltó de nuevo una larga carcajada.
Aproveché el momento y rápida como una gacela recogí el teléfono que descansaba sobre el césped.
Él se dio cuenta de que lo había cogido y se abalanzó sobre mí. Forceamos durante un rato entre risas, cuando, ambos nos miramos a los ojos y nos dimos cuenta en la posición en la que nos encontrábamos. Lo tenía justo encima mía, tan, cerca... Notaba como sus rodillas rozaban mis muslos suavemente. Mi corazón latía con fuerza ante aquella situación, ambos de repente estábamos serios, simplemente contemplándonos. Nuestros rostros estaban extremadamente cerca. Sus cortos mechones rubios, rozando mi frente.
-María...-susurró- Tus ojos...Tienes unos ojos preciosos, ¿sabes?
-No creo que tenga unos ojos preciosos, son tan, simples...Marrones...-
-No entiendo como puedes decir eso, a mi me parecen hermosos.- dijo mientras hundía la cabeza en mi cabello.
Mi cabeza no acababa de asimilarlo, él acababa de decirme que tenía unos ojos preciosos y ahora...Lo tenía justo encima mía, aspirando el aroma de mi cabello.
-Me encanta...Tu pelo es tan suave.-dijo mientras lo acariciaba con la mano derecha.
Por un instante mis ojos sintieron una fuerte atracción hacia sus labios, sus perfectos y hermosos labios, que me llamaban a gritos. Intenté resistirme, pero la tentación era demasiado fuerte, ¡lo tenía encima mía! Le eché los brazos al cuello y lo besé. Pude notar como aquel beso lo pillaba desprevenido, pero, para mi sorpresa, no lo rechazó, de echo, lo acogió de buena gana, delvolviéndomelo de forma intensa.
Despegué mis labios de los suyos y empecé a jadear levemente, aquel beso me había dejado sin aliento. Entonces él se volvió a agachar y empezó plantar ardientes besos en mi cuello, haciendo que mis jadeos aumentaran. Con mi mano libre, hundí mis dedos en su cabello, acariciándolo con suavidad. Note como su mano se introducía debajo de mi camiseta y empezaba a acariciarme el abdomen haciendo círculos. Se me puso la piel de gallina ante el mero contacto de su mano con mi piel. Él pareció notarlo y se detuvo, algo avergonzado.
-¡No! ¡No pares por favor!- le supliqué mientras dirigía su mano, de nuevo hacia mi abdomen.
Él me miró sorprendido y plantó un largó y sensual beso en mis labios, consiguiendo de nuevo, dejarme sin aliento. Alcé las piernas y las entrelacé al rededor de su cintura. Él sonrió ampliamente y empezó a acariciarme los muslos con delicadeza, como si de un tesoro se tratara.
Entonces, después de unas ardientes caricias, nos dimos cuenta de lo que estábamos haciendo y nos separamos de golpe. Notaba como mis mejillas se sonrojaban a más no poder, lo miré sutilmente de reojo y, para mi sorpresa, yo no era la única que se había puesto colorada. Nos quedamos unos instantes en silencio, algo incómodos ante la situación. De repente nos miramos y él esbozó una preciosa sonrisa mientras se volvía ha acercar a mí. Se puso enfrente mía. Lo contemplé y no pude evitar perderme en la espesura de sus hermosos ojos verdes, que hoy veía más brillantes que nunca.
-Te quiero.- dijo firmemente mientras se acercaba más a mí, dejando un pequeño beso en mis labios.
A pesar de la poca duración del beso, puedo asegurar, que lo disfruté más que ninguno.

                                          ************************************

PREFIERO MORIR,ANTES QUE VIVIR ETERNAMENTE EN UNA GUERRA SIN FIN
Una lucha legendaria poblaba todo el reino angélico,los demonios nos invadían de nuevo.
Si quiera habíamos tenido tiempo para prepararnos,nos atacaban a traición...Incendiaban nuestras casas,torturaban a los más débiles,arrasaban nuestros templos y,lo peor de todo,nos robaban toda la energía mágica que protegía el planeta.
Estaba inquieta e intentaba ayudar en todo lo posible,tensaba mi arco y,gracias a la excepcional puntería que poseíamos los ángeles,de vez en cuando alcanzaba a algún demonio.
Un odio inmenso latía con fuerza en mi corazón,era ver a un demonio e,instintivamente atacarlo sin piedad ni remordimientos,al igual les pasaba a ellos,nuestra naturaleza era así,estábamos destinados a luchar en una guerra sin fin.
Suspiré levemente,haría cualquier cosa por terminar esta estúpida guerra de una vez...
-¡Ee! ¡UN DEMONIO A ENTRADO A LOS JARDINES SAGRADOS!-gritó nuestro comandante dispuesto a ir tras de él.
-Yo me encargo.-dije mientras lo retenía del brazo.
-Es muy peligroso,no estás preparada.-
-¡Es solo un demonio! Creo que estoy capacitada para matarlo.-protesté.
-¿¡Tienes idea de quién es!?-dijo él alarmado.
Yo negué con la cabeza como respuesta.
-Es Kendal,el hijo del rey de los demonios.-
-Y yo soy Lina,la hija del rey de los ángeles.-repliqué en tono burlón.
Él suspiró.-Mira,haz lo que quieras,sé que no voy a poder retenerte...
Desplegué mis enormes y blanquecinas alas y salí en busca del intruso.
Examiné los jardines sagrados,era mi lugar favorito del reino.
Allí siempre se respiraba tranquilidad y armonía,los árboles y flores silvestres estaban cortados a la perfección,había algunos setos cortados de forma que parecían grandes ángeles coloridos y una enorme estatua de mármol se alzaba en el centro,impotente y bella al mismo tiempo.
Pero ahora todo esto había cambiado,toda la vegetación de los jardines estaba chamuscada y el puro aire que allí se respiraba se veía ahora contaminado por el molesto humo.
Busqué durante unos minutos al condenado demonio por el jardín,hasta que,finalmente lo encontré,sentado en una roca con la mirada perdida en la espesura de los árboles.
Lo observé de lejos y tensé mi arco mientras apuntaba a su espalda.
-Siempre me han gustado los jardines de los ángeles.-dijo el demonio sin darse la vuelta.
Acto seguido pegue un brinco haciendo que el arco y las flechas se me cayeran al suelo. ¿¡Cómo había sabido que yo estaba allí!? Siquiera le había hecho falta mirarme.
-Tanto os gustan que los habéis destruido,¿verdad?-mascullé yo mientras salía de mi escondite.
El demonio,al fin,se dio la vuelta y me miró con esos ojos de tonos amarillentos y rojos que tanto les caracterizaban.
-Que me gusten a mí,no significa que les tengan que gustar a los demás.-contestó él.
-Eres un demonio extraño.-murmuré desviando la mirada.
-Y tú un ángel extraño.-
-¿Qué te hace pensar que soy un ángel extraño?-pregunté ferozmente.
Él me dedicó una enigmática sonrisa que hizo que se me erizaran los pelos de la nuca.
-Quizás,el hecho de que aún no me hayas matado con el cacharro ese.-contestó señalando mi arco.
Cogí el arco y mis flechas furiosa. Lo tensé apuntando a mi objetivo. Él no se defendía. Seguía de pie,frente a mí,con gesto imponente,mientras el viento revolvía su pelo castaño.
-¿A qué esperas?-dijo él impaciente.
Yo seguía apuntándole con el arco,pero una fuerza me impedía dispararle,el hecho de que en su mirada no hubiera rastro alguno de odio me detenía,ya que,a pesar de odiar a los demonios,era un ángel y podía percibir los sentimientos de la gente que me rodeaba.
Bajé el arco y me senté en el suelo,¿porqué los demonios y ángeles estábamos destinados a luchar y odiarnos constantemente?
Me cubrí con mis alas,confusa.
Detecté una presencia a mi lado,haciendo que mi odio aumentara por momentos. Conseguí controlarme.
-Mátame.-dijo él.
Desplegué mis alas,dejando mi rostro al descubierto y lo miré a los ojos.
-Sabes que no puedo.-
-Necesito que lo hagas. Prefiero morir,antes que vivir eternamente en una guerra sin fin.-dijo él tendiéndome una daga.
Acepté la daga y unas palabras fluyeron por mi boca,haciendo que incluso yo misma me sorprendiera.
-Te mataré,mientras tú me mates a mi también.-dije firmemente.
-Así sea.-dijo él haciendo una leve inclinación de cabeza.
Le tendí mi daga,la cual él aceptó de buena gana.
Pero antes...-murmuró él mientras alzaba mi barbilla.
Posó sus labios suavemente sobre los míos y comenzamos a besarnos intensamente. El calor del demonio envolvía todo mi ser,me sentía repugnada ante su contacto pero a la vez me fascinaba.
Entonces,justo cuando íbamos a separarnos de aquel último beso de nuestras vidas,agarré el puñal con decisión y se lo clavé en el corazón mientras sentía como él me lo hundía a mi también. Y así,fue como morimos los dos,huyendo de aquella guerra sin fin.

                                           **************************

Tres de la madrugada...
Me encontraba en mis aposentos de la escuela de hechicería intentando conciliar el sueño. Daba vueltas sobre mi misma y cambiaba de posición cada dos por tres,pero nada,seguía sin poder dormir.
De repente escuché un gran estruendo proveniente de la parte baja de la escuela,pegué un brinco y me levanté al instante. Tenía demasiada curiosidad para volverme a acostar después del misterioso ruido a si que me levanté y bajé silenciosamente hacia la entrada intentando no llamar la atención.
Entre la oscuridad pude observar la escena,alguien acababa de entrar en la escuela,parecía herido y los profesores estaban en torno a él asustados.
-¿Estás bien?-preguntó una voz que parecía la de la profesora de historia.-¿Conseguiste matarlo?
-Sí.-dijo el chico en tono cansado apoyándose a la pared. La luz de la luna reflejó débilmente sus rasgos,pelo rubio y ojos verdes. ¡Era Jack!
Salí de mi escondite enseguida y los profesores me miraron estupefactos.
-¡¿Pero se puede saber que hace usted fuera de su habitación a estas horas?!-replicó el profesor de vuelo al verme.
Pero yo le hice caso omiso,mi mirada estaba fija en la profunda herida situada en el brazo izquierdo de Jack.
-Está herido...-murmuré- Puedo curarlo.
Los profesores se miraron entre sí,sabían que la magia curativa era mi especialidad.
-Está bien.-aceptó la profesora-Iros a la enfermería.
Yo asentí y dejé que Jack se apoyara en mi hombro,estaba muy débil. Lo llevé a la enfermería y se sentó en una camilla cercana,yo me situé a su lado.
-No hace falta que me cures,no es para tanto.-murmuró Jack suavemente.
-No digas tonterías,son muy profundas,tengo que cerrarlas o se te infectarán más.-
Él finalmente cedió y se quitó la camiseta. No pude evitar observar su torso desnudo,era tan... Aparté esos pensamientos de mi mente y me centré en las heridas,aparte de la del brazo tenía otra enorme en el abdomen.
Suspiré levemente y decidí empezar por la del brazo,la magia fluía a través de mis dedos y acariciaban la piel herida suavemente. Permanecimos todo el rato en silencio yo le curaba y él me observaba.
Terminé con el brazo,y descansé unos instantes,había invertido mucha magia para curarlo. Tomé aire y empecé con la herida del abdomen.
-No hace falta que continúes si no quieres.-dijo él.
Yo lo miré y sonreí levemente.-Si que quiero.-murmuré y seguí curándolo.
De repente las ventanas se abrieron de par en par y la única vela que nos alumbraba se apagó. Me agarré al brazo de Jack asustada,él me rodeaba por la cintura en gesto protector.
-¿Qué ha sido eso?-murmuré mientras mi corazón latía fuertemente.
-No ha sido nada,el viento abrió la ventana.-murmuró él cerca de mi oído.
Suspiré aliviada y hundí la cabeza en su pecho. Él me acariciaba el pelo intentando calmarme y me mecía en sus brazos con suavidad.
Me dejé llevar por aquel hermoso contacto que hacía que mi cuerpo se estremeciera.
-¿Mejor?-susurró.
Yo asentí y me despegué de él. Lo miré a los ojos,la suave luz de la luna resaltaba sus perfectos rasgos y su pelo rubio brillaba intensamente.
Por sus mejillas surcaba un suave rubor que seguramente ya debían presentar las mías. Miré hacia abajo avergonzada,pero él empezó a acariciarme la mejilla haciendo que levantara la cabeza. Me miró fijamente a los ojos.
-Eres hermosa.-dijo acercando su rostro al mío.
Yo me ruboricé intensamente,nunca nadie había hecho que me sintiera así.
No me aparté cuando él me cogió de la cintura y comenzó a besarme. Hundí mis dedos en su pelo rubio acariciándolo con suavidad. Finalmente nos separamos y lo miré a los ojos,unos ojos llenos de amor y ternura.
-Perdóname.-murmuró él bajando la mirada.
-¿Porqué?-
-Bueno yo...No debería haberte besado.-hizo una pausa.-Es decir...Mañana voy a emprender un viaje peligroso,no quiero que nadie me eche de menos.
Lo miré con una sonrisa divertida.
-¿Piensas que te vas a librar de mi tan fácilmente?-le pregunté.
Él sonrió pero al instante se puso serio al comprender lo que acababa de proponerle.
-No puedes venir,es demasiado peligroso,no quiero que...-le besé antes de que pudiera continuar.
-Contigo,hasta el fin del mundo.-susurré cerca de su oído.
Él se estremeció y me abrazó más fuertemente.

                                  **************************

Cabalgando por el bosque cercano a nuestro reino,huyendo...De una guerra que había acabado con dos de mis más seres queridos,mi joven madre y mi pequeña hermana... Yo las había visto morir,había visto como él les quitaba la vida,pero,no encontró lo que buscaba... Por lo que,ya sabía mi secreto y venía a por mí.
Mi padre había insistido en huir,él,no entendía que por mucho que huyéramos nos iba a alcanzar igual,que tarde o temprano,me tenía que enfrentar a él,pero mi padre no me creía,no entendía porque ese hombre se iba a tomar tantas molestias por encontrarme, por lo que,tuve que hacerle caso y ahora cabalgábamos a la luz de la luna mientras mi largo pelo se agitaba a causa de la suave brisa nocturna. No hacía frío. No hacía calor. Era un clima extraño al que no estábamos acostumbrados,a todos les pilló por sorpresa,a todos...Menos a mí.
Pude sentir el frío a nuestras espaldas y,entonces lo supe...Él me había encontrado.
Mi padre también sintió su presencia por lo que,sacó su espada y se giró dispuesto a luchar contra él. Quise detenerle, lo agarré de la manga y le supliqué que no fuera,pero,mi padre no entraba en razón, dijo que no iba a permitir que le arrebatara lo único que le quedaba.
Se acercó y,con un brillo salvaje en su mirada,arremetió contra él salvajemente, dando estocadas fuertes y poco calculadas cegadas por el odio que sentía hacia el hombre que había arrebatado la vida a su mujer y a su hija.
Él simplemente esquivaba sus golpes con su característica agileza y rapidez. Cada una de sus estocadas eran suaves,pero letales.
La batalla no duró demasiado,mi padre,empezó a cansarse a causa de que había malgastado su energía dando golpes demasiado fuertes por lo que él,aprovechó ese momento para hundirle la espada en el corazón.
Contemplé la escena,con la boca abierta y sin saber que decir,no podía creerme que estuviera muerto. Él no... Entonces,comprendí que no iba a volver... Grité de rabia y pataleé mientras las lágrimas comenzaban a surcar por mi rostro como pequeños riachuelos sin fin.
Un aura oscura se había apoderado de mi alma,mi mirada,antes llena de luz,ahora era un pozo oscuro,sin fondo ni salida.
Miré al agresor de mi padre,sin miedo,sin sentirme incómoda y sosteniendo su fría mirada de ojos grises.
Mis manos empezaban a cargarse de energía negativa,me había quedado sola, toda mi familia...Muerta. Descargué la energía contra un árbol haciendo que este se desintegrara.
-Vaya,vaya,vaya...Esta vez no me he equivocado...Eres tú.-dijo él sonriendo siniestramente.
-Eres un cazador,¿verdad?-susurré mientras sentía como mis manos se volvían a cargar de magia oscura.-Me arrebatarás todo mi poder y luego...Me matarás.
-Por lo que veo,estás bien informada de nuestro oficio.-dijo el hombre en tono burlón mientras desenvainaba su espada.
Retrocedí unos pasos y estudié a mi oponente. Ya sabía sus movimientos,sabía su forma de luchar pero él no conocía la mía,lo que me daba un pequeño factor sorpresa que podía salvarme de la muerte.
Él me observaba a mi también y ,probablemente había llegado a la misma conclusión que yo.
Sin previo aviso me abalancé sobre él rápida y silenciosamente,consiguiendo pillarlo por sorpresa y hacerlo retroceder unos pasos.
Él me miró y sonrió. Se movió con una rapidez propia de un felino y me atacó a mis espaldas,succionando mi energía con la punta de su espada. Me tambaleé,algo débil y,en cuanto me di cuenta de lo que estaba haciendo,le lancé un hechizo de ataque que le dio en pleno pecho.
Él retrocedió y pude ver como gotas de sudor corrían por su cara,pero,a pesar de todo,conservaba su compostura seria y fría.
Se abalanzó sobre mí, dando rápidas estocadas con la intención de sacarme algo más de energía,yo,me defendía utilizando el hechizo de escudo,aunque sabía perfectamente que mi magia acabaría por agotarse.
Después de muchos minutos de lucha,estaba agotada y mi magia flojeaba. Entonces fue cuando él dio una letal estocada y yo recurrí a mi escudo para defenderme,pero este,no se formó ante mí, mi magia, se había debilitado al igual que mis fuerzas.
Caí al suelo de rodillas y hundí la cara en mis manos,deseando que todo esto no hubiera pasado,que fuera,tan solo, una tonta pesadilla como las que solía tener cuando era niña.
-Seré rápido.-dijo él acercándose a mí.
Alcé la cabeza y lo miré a los ojos,entonces,fue cuando lo vi,su punto débil. Tenía una esperanza para salir viva de esta y no pensaba desaprovecharla.
Tiré toda la energía que me quedaba sobre la pierna artificial del hombre.
Este,aulló de dolor y cayó al suelo,agarrando su pierna con ambas manos.
Me levanté y lo miré con aire de superioridad,agarré su espada,que estaba tirada en el suelo,y apoyé la punta afilada sobre su cuello, provocándole un leve rasguño.
-Seré rápida.-murmuré en tono burlón.
Alcé su espada y la clavé en el pecho del hombre.
-Bruja...-murmuró débilmente antes de caer inerte sobre mis pies.
Estaba dispuesta a irme,cuando me di la vuelta y contemplé el cuerpo del hombre,que yacía ahora en el suelo. Me acerqué y le propiné unos cuantos golpes,descargando así,toda mi ira. Terminé, jadeante y desaparecí, entre la espesura del bosque.

No hay comentarios:

Publicar un comentario